Por su nombre, me atrapó La Estancia, un restaurancito situado en un suburbio escondido y pegadito al mío. El pueblito se llama Riverside… un lujo encontrarlo en lo que pareciera una villa europea.
Casi frente a lo que le llamamos en México un Palacio Municipal (acִá City Hall), muy de estilo afrancesado y como traído del Viejo Mundo, podemos ver en la esquina, como en la entrepierna de dos calles, este restaurancito mexicano que me asombró por lucir impecablemente limpio.
Luego de platicar con la dependiente o empleada, quien también la hacía de mesera y quien para mi asombro, resultó una verdadera y profesional publirrelacionista, pido tímidamente un “tentempié” solo para probar el sabor. Pues nada, que la cocinera me envió una cazuelita con unas deliciosas carnitas en adobo acompañadas de un arroz muy bien cocinado junto a quesadillitas ligeras. Muy simple a la vista, pero muy lleno de sabor.
Quiero recomendar este restaurante por varias cosas: Primero, su buen sabor, le sigue una atención especial que pocas veces la encuentras, y para mí, pues la limpieza y el ambiente. Estos dos últimos aspectos, los aprecio mucho.
Sin más ni menos y con el permiso de la propietaria del local, me hago invitar a donde se prepara la “comedera”. Empiezo a charlar con la cocinera, quien prefiere que no le llame “chef” y a quien mis comentarios sobre la buena sazón le causan como incomodidad. Esta chica me explica los detalles de cómo organiza su cocina para tener todo a la mano. Utensilios, ingredientes, recipientes, loza, todo pulcramente puesto en los lugares apropiados. Es en estos momentos en los que me digo: ¿Por qué no puedo tener así mi cocina? Sin duda se requiere disciplina, trabajo, pero sobre todo, amor. Me sentí niña otra vez como cuando jugaba a las “comadritas”con mi hermana Rosa y con Gory, mi linda amiga de mi infancia y adolescencia.
Amigos, creo, sin temor a equivocarme, que La Estancia les dará una sencilla, pero no menos linda BIENVENIDA.
Si van, dígales que yo lo recomendé. A ver si se acuerdan de mí. Hace varios meses que fui y hasta ahora escribo esto.
Nunca es tarde cuando el apetito es Bueno.
Si pueden ir, pues de paso me invitan. Yo voy. No está lejos de mi casa.