Pelícila que me salvó la vida.
Pelícila que me salvó la vida.
De Gente Famosa me Rodeo...
Famosa e interesante por su forma de vida, esta gente se me queda mirando desde una pared del “City Hall” de Oak Park, Illinois, cuando estuve esta semana tratando de arreglar unos asuntos relacionados a mi coche, pero que por otros motivos (el destino me llevó ahí) terminé peleando un asunto totalmente diferente y relacionado al abuso de unos compatriotas mexicanos empleados por una compañía de limpieza a la que no les importaba su seguridad en el desempeño de sus labores…. Ahí vine quedando.
La "Golden Girl".
En el City Hall (o Palacio municipal, aunque de “palacio” no tenga nada)se encuentran las fotos y una explicación de gente nacida o residente en este suburbio localizado al Oeste de Chicago y reconocido en el mundo precisamente por personajes distinguidos como el “pilar de la arquitectura moderna” Frank Lloyd Wright; Ernest Hemingway, premio Nobel de Literatura; Ray Kroc, creador de las franquicia McDonalds; Richard W. Sears, creador de las tiendas de departamentos Sears; Betty White, la “golden girl”; John Mahoney, actor ganador de un Tony en teatro y junto a todos estos, mi preferido , mi querido, mi entrañado Edgar Rice Burroughs, creador de la leyenda Tarzán…
Amigos… ustedes se preguntarán el porqué es mi preferido. Me confieso: Porque fue el primero que “conocí” en un pueblo tierroso de Coahuila, en un cine al aire libre cuyos asientos eran unas butacas duras, duras, que se mojaban por el “sereno”, esa chispita que caía por las noches luego de un día caluroso a más no poder.
Ahí nos gritaba el Tarzán de la selva.
Cómo me iba a imaginar, que ahora yo viviría en el mismo lugar donde nació su “papá”…
¿Por qué otra cosa me gustaba Tarzan?… porque era bueno de corazón y físicamente se parecía, así creía yo, al novio que tuve en esa época... igualito, pero mi “tarzán” era más bien chaparrito…
Frank Lloyd Wright .
El mero mero de la SEARS.
Bueno, la última verdad, era porque este Rey de la Selva me salvó literalmente, la vida. Sí, cuando una amiga nacida acá en el Estado de Kansas… sana, atrevida, valiente por montar caballos al pelo y practicar deportes que yo nomás de pronunciar su nombre me entraba la bilirrubina y el miedo atroz, me preguntó si sabía nadar.
Y yo, media confundida y “agredida” por la pregunta, le contesto: Claro ¿pues qué crees? …Tinita (como le decíamos) me lanzó al agua profunda sin más ni menos y sin preguntar. Y yo que empiezo a gorgorear, a que me falta el oxígeno, a que me trago toda el agua y sus profundidades… y que empiezo a ver los interiores de ese pozo lleno de culebrillas, yerbarajos, peces raros…
Sintiendo que ya me hablaba Neptuno, pues que me acuerdo por arte de magia y el subconsciente, de una novia de Tarzán y de cómo ella graciosamente (y bien maquilladita) nadaba en la película que había visto una noche anterior. Y que mueve sus brazos graciosamente y que la copio… y empiezo a hacer como que yo era la novia de este corpulento personaje e imitándola, pues que ¡salgo a flote! … media morada, pero salgo “airosa” (más bien sin aire) de esta aventura de la jungla...
Ay Tarzán si no hubiera sido por ti que acompañabas a esa belleza, yo no estuviera recordándote en estos momentos. Fuiste mi héroe por mucho tiempo. Luego te reemplazó Kalimán, pero esa será otra historia por compartir.
Ernest Hemingway.
Edgar Rice Burroughs.