"Como canica en lavamanos"
"Como canica en lavamanos"
Dejar de tener la presencia de mi madre en esta vida mía que llega casi a los 60 años, es algo así como inconcebible.
Siempre se inventó frases que nos hacían carcajearnos de la risa. Primero a nosotras las hijas, y luego a quien se le atravesara en el camino; pero ésta, que seguramente atrapó de alguien por ahí, la hizo muy suya: "Como canica en lavamanos"...
La frase cobró fuerza para mí este día.
Tenía tiempalales de no traerla a mi memoria. No había habido necesidad, pero ahora, este 19 de marzo del 2019, me dice que ya no tengo sosiego. Entre el clima, las hormonas desbalanceadas, el desorden en mi recámara, mi cabello cada vez mas hirsuto e indomable, la dolorosa pérdida de mi bolígrafo preferido y la visita a un cuidadoso dentista que más bien parecía un escultor por haber dejado mis dientes como nuevos, me siento sin lugar, sin caminos claros en un día conflictuado.
Anduve como la canica, dando vueltas y vueltas.. las mismas vueltas y a la misma velocidad.
No poder escribir me causa como un dolor muscular... como que los dedos se entumen, se congelan, se tornan piedra pómez. Todo porque aún no me convenzo de que el escribir es una tarea de flojos "sin quehacer". Tengo que darle tiempo a esta actividad y ponerle el esfuerzo para que las ideas salgan claras, correctas, dignas de una expresión mental que tarda en manifestarse.
Los pensamientos salen como "chorizos" de alguna parte cercana a la parte del lóbulo central del cerebro. Es que no escribir me desarmoniza, me quebranta, y lo peor de todo, vuelve locos a los que me rodean.
A veces, siento que las ideas me salen por los ojos y esas suelen ser de carácter obstinado, doloroso. Las otras, las que me salen por las manos, casi siempre son bellas, cálidas, soñadoras, que vuelan y regresan a mí para darme paz.
La canica que soy este día, es de un color rosa, es casi cristalina, con dejos de hilos de mármol dorado, de un valor pocas veces visto y que la hace “costosa”, incluso hasta para los coleccionistas que se pelean por tenerla. Pero aún con mi hermosura, esta canica que soy, anda rodando sin rumbo... dando vueltas y vueltas como queriendo salir de un movimiento por demás improductivo.
Como canica, me muevo sola, o eso creo... Y ¿qué tal si la moviera un niño travieso que las juega con otros más malosos que él?... ¿o un hombre que pareciera jugar a ser Dios?. ¿Qué ta si eso fuera...?
Pues no quedará más remedio que tener la fuerza y la confianza de que en una de esas vueltas sin sentido, me empuje solita para saltar...saltar alto.
Oh... miren, amigos... ¡resultó cierto! Salté alto y sobreviví la tragedia del movimiento sin sentido y la irritabilidad.
No les digo donde fui a caer, porque por lo pronto, deseo disfrutar enormemente este momento.
Aquí estoy, y mis colores ahora se hacen de un rosa intenso, fuerte, dramáticamente feliz.
Luego les digo dónde buscarme... si me ven más grande, con más brillo, adquiriendo más colores como el lapislázuli, con dejos de violeta engalanada, por favor déjenme solita y búsquenme otro día.