Hace muchos años mi primo Mundo me dio su "clave" del éxito en el vivir diario. De sopetón me dijo: “Ve a donde tu ser interno te lleve”.
Se lo comenté a mi buen amigo R. Garza y se me quedó viendo con ojos hechos "medioplatos"... redondos y medio asustados. Luego me dice: ¿Y ese dónde anda?
Pues anda dentro de nosotros, creo. Antes le llamaba mi "ángel de la guarda", luego le dije "mi subconsciente" y ahora creo que soy YO MISMA, pero elevadita espiritualmente.
No sé si los confunda más, pero creo que nuestro ser interno es el verdadero y el que en esta vida, tiene a “fuercitas" qué vivir con ese Otro Yo material porque es el que le deja ser.
Así, a veces el Ser Interno funciona como si te presentara puras "coincidencias" puras "intuiciones”, como una voz que nos susurra al oído. Pero yo lo estoy identificando y siento que ese Ser Interno, el que no obedece más que al SER, es indomable, fuerte, pero a la vez dulzón y hasta débil.
Entonces, y ante las circunstancias de la vida, pues ir haciéndole caso y de una vez por todas, darle su lugar.
Por eso, al levantarme, la primera frase que escuchan mis oídos o lo que se presenta ante mis ojos, es lo que regirá mi día. Parece que me funciona. Así todo me parece más clarito.
Por ejemplo, el día de ayer, me llevó a un consultorio médico de esos que te aceptan por una emergencia, pero que no vas al hospital porque no te estás realmente muriendo. Me encantan porque no pasas por la antesala de un médico familiar que "da la orden" para que te vea un especialista. Así, pues te ahorra, o ahorras a tu compañía de seguros, unos buenos centavos.
Sentadita, con un dolor tremendo de quijada, mis ojos me llevan a una mesita en la que están tres revistas que me dan un mensaje total, clarito y hasta chistoso. En sus portadas vi las tres ilustraciones de mi vida. Y empecé a repasarla...
Por mucho tiempo, especialmente en mi infancia y en mi adolescencia, pensé que yo era una "francesita" trasplantada a México. En aquel entonces, intenté, en un pueblo tierroso que me acogió desde niña, estudiar francés. Conste que le llamo “tierroso” con mucho cariño, porque también el polvo del desierto, como el del mar, es hermoso...
¿Por qué francés? porque siempre me gustó cantar y Edith Piaf era mi preferida. Tarareaba según yo en su idioma "La Vie in Rose” que ni siquiera entendía. Luego, me apasionó el cine francés y la actriz Jeane Moreau me hipnotizaba... mi preferida era Catherine Deneuve... mi maestro de francés venía a casa después del mediodía y sacaba un librito de esos que incluso, en ese entonces, parecía de colección de tan viejito que lucía. Cuánto hemos avanzado tecnológicamente y ahora “bajas” cualquier aplicación y estudias hasta en el baño sauna si quisieras (terrible idea, no lo intenten). Mi maestro Leodegario tuvo a bien seguirme la corriente, pero como siempre fui terriblemente indisciplinada, pues se cansó, y me dijo que iba a estar ocupado en otras cosas. La indisciplina ahora la considero la peor forma de malgastar la vida.
Así que por ahí le seguí... con torre Eiffel y toda la cosa.
Luego, ya viviendo en Chicago, tuve la oportunidad de visitar varios lugares, pocos de esta nación, algunos de México y otros de Europa, pero, aún cuando quiero ir a retirarme a lugares tan apartados como bellos, les pongo el ejemplo de Mongolia, pues NUUUUUNCA iría a África.
No me pregunten porqué, pero ni como regalo aceptaría un viaje a la selva, a la jungla, a los desiertos de los leones ni nada por el estilo. El “gatito" que acompaña este artículo me parece fiero, muy fiero. Africa es inconquistable, incomprendida, y para mí, aterrorizante. No solo por lo que he visto de sus guerras fraticidas (¿qué guerra no lo es?) pero el hecho de no tener control sobre lo animal, sobre lo salvaje, me pone muy mal... sin duda África es de una belleza "espeluznante", pero como dicen en mi país, "yo paso"...
Y pegadito a estas dos revistas, se muestra muy curiosamente la de la estampa de la cara de una japonesita. Aunque no sea mi intención, todo este año se me ha atravesado lo oriental y muy específicamente lo japonés. En esas ando y todo empezó porque tengo desde hace 15 años a Kyoko, la linda Kyoko y sus bellas hijas, como vecinas.
Me la encuentro "de casualidad" porque siempre anda corriendo (mucho más que yo) y no tiene tiempo ni para mirarte. Se le dificulta darse a entender en inglés, pero yo la entendí inmediatamente, primero por la cocina (es buena cocinera). Ahí no necesitamos de los servicios de ningún traductor. Sólo de saborear comida diferente a la nuestra, caigo “redondita” y aparece una comunicación INMEDIATA.
Le pregunto el porqué sigue tan delgada y de tan buen ver desde que la conozco, y con un inglés propio de los que no saben hablar otro idioma que no sea el materno, casi me ofende y me dice: “Es que ustedes comen muuuuchooo y no hacen deporte". Le digo que no se fije en mí, que soy un mal ejemplo y que no todos los mexicanos se la pasan comiendo como yo (ni yo me la creí cuando se lo dije, jajajaja).
Esta japonesita practica el tenis desde que la conocí y llega agotada como si le hubieran dado una paliza, pero feliz... eso le permite dormir sin queja y sin desasosiego.
Resulta que por mis dolores producto de enfermedades que tienen nombres como “fibromialgia” y términos de ese estilo, me enfrento a la necesidad de ir, a sugerencia suya, a un centro de sanación japonés... mejor ni les cuento, no termino.
Pero estoy feliz, sin dolores acuciantes (uno que otro, pero más del alma que del cuerpo) y con la esperanza de ser saludablemente longeva. A estos orientales les creo cuando me dicen que no sólo puedo retardar mi envejecimiento, sino que puedo recuperar los "años perdidos" por esos vicios que no he podido erradicar en la comedera...
Me veo (en mi mente aún) como toda una Geisha, con su piel de porcelana, sus bellísimos quimonos, su andar pausado y su gracia inigualable… ah pero eso sí, sin sus pelucas y mucho menos sin sus pies deformes.
De ahí, me veo más bien en el antiguo Japón. No conozco el moderno, pero no sé si me gustará.. quizás los jardínes, el sentido del orden, el respeto al manejo del tiempo, la limpieza de lugares, la ausencia de violencia contra su propia gente y la dulzura en el corazón.
Tanto es así, que ya preparo mi viaje para noviembre. Les pido que pidan porque se me conceda. Si la providencia me lo da, será también por sus ruegos y yo lo agradeceré enormemente.
Por lo pronto, me fui a una tiendita de abarrotes muy lejos de aquí y me compré insumos para cocinar siguiendo extrañas recetas.
Para colmos, a la salida de la biblioteca, mi preferida, casi me tropiezo con un librito. Le doy vuelta y en su cubierta o portada, veo "Welcome to the Japanese Cuisine" (Bienvenida a la Cocina Japonesa)... ahora sí le creo a Mundo que debo ir a donde MI SER INTERNO me lleve.
Gracias, querido, por tan hermoso concepto que me regalaste hace tiempo.